Suspirando...

Algo gané y algo perdí. Algo callé y algo grité. Me equivoqué y aprendí. No volví a ser la misma. Te extrañé. Aún lo hago. Parece ayer... Me prometí no volver al pasado a revisar viejas promesas. Tan lejos y tan cerca. Ahí estás. Recuerdos. Olvidos. Respirar. Respirar. Respirar. Siete veces más. Cerrar los ojos. Volver a mirar, hacia adentro, hacia el mar. Detenerse. Replantearse.  Sonreír. Nuevos comienzos. Nuevos finales. Un paso a la vez. Un suspiro a la vez. Cuánto te quise. Cuánto te quiero. Cuánto te querré. Te perdono. Me perdono. Te suelto. Te libero.  Me libero. Me dejo. Empiezo de nuevo. Sin vos. Sin nosotros. Conmigo. Sin mi.

No tiene nada de malo no saber qué va a pasar mañana, no tener planes o no pensar en un futuro lejano. No tiene nada de malo salirse del camino un rato, descansar, perderse.  No tiene nada de malo tener miedo, o enojarse, o estar confundido.  Lo único realmente malo, es huir de uno mismo y de todo lo que traemos dentro.  Ignorarnos.  Tratar de entender lo que debemos sentir, o viceversa.  Eso es malvado, no aceptarnos.

Tengo los ojos abiertos y una puerta abierta, pero no sé a dónde ir.  Tengo días nublados y días de sol, pero no sé qué estoy buscando.  Tengo un corazón grande y sano, pero no sé usarlo.  A esta altura, ya debería saberlo.  Y es difícil mirar adentro tuyo.  Descubrirte.  Renacer.  Encontrar respuestas a tus dudas.  Escuchar a un mundo que sólo sabe gritar lo que tenés o debés hacer.  No sé de qué habla ese mundo.  Necesito sólo un susurro que me diga cómo amanecer...