El problema es mío...
Y el problema fue mío desde que decidí darle vuelta a la llave y no dejar la puerta trabada. Desde ese momento en el que creí que podía escaparme por la ventana si entrabas y no me percaté que estaba en un piso 22. Desde ese momento en el que no sé ni cómo ni cuándo ya era demasiado tarde. Tarde como cuando se enfría el café y te lo tomas así sin darte cuenta. Tarde como cuando quise cerrar los ojos para dormir y ya era de día. Ese maldito insomnio que me habla de vos permanente. Ahí, una de esas noches, entre tanta charla, me di cuenta que el problema era mío, porque no estabas ni enterado de lo que pasaba de esa puerta hacia dentro. No tenías ni idea de que cada vez que cruzabas, la sonrisa se chocaba con las paredes y el corazón corría más fuerte de lo que quería hacerlo yo. Ni enterado estabas que ya no podía irme y que tampoco puedo buscarte porque no sé dónde hacerlo y tampoco sé qué hacer si lo consigo. Ni idea tenías y yo tampoco. Hasta hoy que sé que el problema es mío...Y el culpable sos vos.
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