Tan preocupado por la vida, por el mañana, por el pasado, por el qué dirán. Tan lejos de todo, de él mismo, de su ser, de sus sueños, de su realidad. Escapando del mundo como si hubiese otro posible de habitar. Descuidando lo importante, aferrándose a lo tangible. Tan falto de invisibilidades absolutamente necesarias para la vida. Esas que necesitas como el aire, que no se ven ni se tocan. Mientras el mundo más se acerca al ermitaño, éste más se empeña en enojarse con el resto, ese resto culpable de todos sus males, ese resto que lo dejó solo, lo abandonó. Ese resto que estuvo más de un millón de veces ofreciendo ayuda y éste se negó. Oscuro, solo, en silencio, así se encuentra. Y cuando emite palabras son disparadas con una ballesta, así de precisas, así de dolorosas, como si hacer sentir mal al otro, ayudara a calmar un poco su dolor, a sanar su alma. Desde lejos lo he estado observando, analizando y tratando de entender qué es eso que tant...
Comentarios
Publicar un comentario