Las dos caras del amor

Tiene esa habilidad de incendiarme y congelarme al mismo tiempo. Provoca las peores y las mejores sensaciones con hablarme o ignorarme. Puede subirme o bajarme de la estrella a su antojo, en el momento que desea. Es el culpable de todos mis cambios repentinos de humor que con suerte a veces puedo controlar. Piensa que no es mi dueño, y tiene razón. No lo es. Pero en algún punto de estos malditos sentimientos en los que convergen mi ira y mi aprecio, lo hago responsable...Y se lo merece, no porque sea un premio, sino porque es imposible esquivar una flecha cuando estas ciego.

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