Esa mirada, la perdición de mi ser.
Un día supe que con esa mirada ya no iba a ser la misma. Desde ese momento, tuve la leve sensación que no sería fácil irme, hablar, ni mucho menos moverme. Luego, un susurro me dijo al oído que estaba en lo cierto, y en un principio creí que sólo era una ilusión y que ya iba a terminar. Transcurrieron los días en su curso normal, hasta que de nuevo esos ojos se cruzaron con los míos, pero ésta vez pronunciaste palabras que no escuché y me atravezaron el alma. Empecé a temblar y no sabía qué decir. No sabía si la volvería a ver. Cuando pude recobrar la postura, me animé a averiguar qué era aquello, de dónde venía todo eso, pero nuevamente estaba ya muy lejos. Desanimada esperaba encontrarte en algún sueño, en el reflejo de mi café o de alguna vidriera que visitaba. No estabas. Tuve que irme de nuevo para encontrarte. Ya no eran sólo ojos y palabras, ahora me tocabas como el viento y eso fue, un instante de locura que no tenía explicación, no sabía que pasaba. Encendí un cigarrillo y en ...